01 diciembre 2011

China e India, el absurdo de Kioto



China es el primer país emisor de CO2 del mundo y la India, tras superar hace poco a Rusia, es ya el tercero. Entre China e India emitían en 1990 el 10 % del total global. Ahora entre los dos emiten el 30 %.

Se supone que el Protocolo de Kioto se pactó con la finalidad de reducir las emisiones. China e India lo firmaron y ratificaron de muy buena gana. Entraron a formar parte del grupo de los países en desarrollo que, aún firmando el Protocolo, tienen permitido emitir gratis el CO2 que les plazca.

El Protocolo, dentro de lo que se denomina Mecanismos de Desarrollo Limpio, ha impulsado la financiación en estos países en desarrollo de una serie de proyectos "limpios" aprobados por los comisarios de la ONU. Gracias a estos proyectos, algunas empresas de estos países han obtenido sustanciosos ingresos por ser beneficiarias de Certificados de Reducción de Emisiones, que permite a los posibles compradores de los países industrializados emitir más CO2 del asignado. Por ejemplo, la compañía francesa EDF Trading acaba de firmar un contrato para subvencionar un proyecto de bombilllas de bajo consumo en Líbano, por el que recibirá 450.000 certificados de reducción de emisiones que permitirá eventualmente emitir más CO2 en los países ricos que anden escasos de asignaciones.

El 74% de los Certificados de Reducción de Emisiones los han acaparado hasta ahora China (58%) y la India (16%).

Por ejemplo, compañías chinas se hicieron con la mayor parte de los Certificados de Reducción de Emisión de un potente gas invernadero, el HFC-23, que es un gas de desecho en la fabricación de refrigerantes. Un proyecto apoyado por la ONU. Fabricaban los refrigerantes para obtener el desecho, el HCF-23, ya que capturarlo y destruirlo les proporcionaba certificados con los que ganaban más que con los refrigerantes. Ahora está prohibido el truco. (ver co2: China aprovecha)

Según un estudio de Fitch, las compañías indias que han obtenido certificados de reducción se han embolsado durante estos años, gracias a los mecanismos del desarrollo limpio (más bien oscuro) la cantidad estimable de 1.300 millones de dólares. Las compañías chinas ni se sabe. Mentras tanto sus emisiones de CO2 han crecido con alegría.