28 octubre 2007

El metano y la temperatura en las glaciaciones


Uno de los argumentos más utilizados por los apocalípticos del CO2 es mostrar una gráfica de la evolución térmica de la temperatura durante las glaciaciones junto a otra en que se muestra la evolución de la concentración de ese gas en el aire. Debido a su parecido deducen sin más que el CO2 es el que provoca los ciclos glaciales e interglaciales.

En realidad es más bien al revés. En esa época son los cambios térmicos los que lideran los cambios en la evolución del CO2, aunque es cierto que los cambios producidos en la concentración de CO2 influyen luego, por su efecto invernadero, en la evolución térmica.

Pero lo mismo ocurre con otros factores. Por ejemplo, la evolución térmica determina que sea mayor o menor la extensión de hielos permanentes en los continentes, de tal forma que, si tuviésemos datos para dibujarla, lo más probable es que la curva de esa extensión helada siguiera la curva térmica. A su vez, la extensión del hielo repercutiría luego en las temperaturas, por el llamado efecto albedo, es decir, por el efecto de enfriamiento de un paisaje blanco (albo), que refleja la luz solar y hace que se pierda de nuevo en el espacio extraterrestre.

También, si tuviésemos datos de la concentración en el aire del principal gas invernadero, el vapor de agua, su curva de evolución sin duda sería también semejante a la de las temperaturas.

Pongo arriba (pincharla para verla mejor, por favor), una figura con dos gráficas que abarcan los últimos 60.000 años (hasta el comienzo de la revolución industrial y agrícola en 1750). Una es la de la evolución de la temperatura y otra la del metano (la del CO2 la pondré mañana).

Las dos están obtenidas gracias al análisis de los hielos almacenados durante miles de años en Groenlandia y en la Antártida. Abarcan un período largo de la última glaciación y del actual Holoceno, que comenzó hace 11.500 años. Een azulito, entre el 13.000 y el 11.500 antes del presente, señalo el Younger Dryas, último período frío ocurrido durante la última deglaciación.

La gráfica de más arriba indica la marcha de la temperatura, sin cuantificarla, obtenida indirectamente a partir de un estudio de los isótopos de oxígeno del hielo.

La gráfica de abajo es la marcha de la concentración del metano. Esta sí está cuantificada porque se basa en el análisis de las burbujas de aire atrapadas en las capas de nieve helada.

Se observa entre las dos un parecido muy grande, ya que el metano, que tiene una duración media de vida en el aire de sólo unos 10 años, responde, en su concentración, muy rápidamente a los cambios térmicos. Cuando hace calor, hay más producción de metano en suelos y marismas y más suelta de ese gas a la atmósfera. Luego, el metano repercute también en la temperatura del planeta, ya que es también un gas invernadero.

Es interesante observar que en la curva de evolución del metano se reflejan bastante bien los breves períodos cálidos insertos en los tiempos glaciales, que se llaman oscilaciones cálidas Dansgaard-Oeschger. También en la curva aparece claramente señalado el período frío Younger Dryas.

ref.: Stauffer B. et al, 2002, Atmospheric CO2, CH4 and N2O records over the past 60 000 years based on the comparison of different polar ice cores, Annals of Glaciology, 35